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Los ucranianos dejan sus puestos de trabajo para volver a luchar. Personalmente, siento un gran orgullo de esta gente
Desde el pasado día 24, recibo muchas peguntas de mis conocidos, amigos y colegas de Europa occidental sobre la situación en la que nos encontramos después de la invasión rusa. Eso despierta en mí unos sentimientos muy ambiguos. Mi situación es la misma que la de ellos. Mi mundo objetivamente, no ha cambiado mucho. Mi rutina diaria no esta afectada de forma drástica. Cada día salgo a la oficina, vuelvo a casa, me irrito echando gasolina. Paso mas tiempo viendo las noticias, noto la presencia de la bandera ucraniana por todos lados, los contenedores de recolecta de ayuda en las tiendas. Junto con mis conocidos, hablamos de varias formas de ayuda, unos envían dinero, otros se organizan en los centros de recepción de refugiados como voluntarios. Conozco un ejemplo de un ruso, ciudadano polaco desde años, que invitó a su casa a una familia de refugiados, y organiza a la gente que conoce, para ayudar a más gente.
Yo, cuando quiero, puedo olvidar que vivimos el momento crucial de la historia de Europa. Encerrarme en mi hogar, descansar y alejarme de las imágenes de ciudades bombardeados, puedo llevar unas disputas sobre política en el ambiente seguro. Los ucranianos no pueden.
Hasta hace poco, Polonia era un país homogéneo, con una historia de población multicultural, pero olvidada hace mucho. Los ucranianos aparecieron hace unos años, poco a poco aparecían en parques de construcciones, tiendas al oeste de Polonia, o campos de cultivo. Nosotros, en el sector de la logística, nos hemos acostumbrado ya, a su omnipresencia en los almacenes o delante de los volantes de camiones. Y nos afecta el hecho de que los hombres ucranianos dejan sus puestos de trabajo para volver a su país sangriento, para luchar por el derecho a su país, a su patria, a una vida en democracia. Es un desafío para nosotros, cómo lidiar con falta de camiones disponibles… pero personalmente, siento gran orgullo de esta gente.
Antes de la invasión rusa en Ucrania había entre 1,3 millones de ucranianos trabajando en Polonia. Por eso la primera ola de refugiados llegó al país tan rápido. Era gente bien organizada con familiares y conocidos que vivían aquí, les esperaban en la frontera, y llevaban consigo a sus hogares en Polonia o en otros países, pero junto con las masacres ocasionadas por los misiles rusos en Polonia, apareció la gente sin nada, directamente desde los refugios antiaéreos, de los cuales tenían que salvarse con la huida.
Gente en pijama, sin equipaje, sin papeles, mujeres con niños, asustados, totalmente perdidos, sin saber lo que les esperaba a este lado de la frontera de la OTAN. Vinieron asustados, perdidos, con sus traumas, vulnerables e inseguros y el único bien en esta situación que veo, es que mi pueblo les acogió con los brazos abiertos. Han pasado mas de 3 semanas, 2 millones de personas han entrado en Polonia y siguen entrando. Están por todos lados, sobre todo en las ciudades grandes, Varsovia, Cracovia, Lodz… pero también en pueblos pequeños de la parte suroeste de Polonia.
La mayoría de ellos está siendo recibida por los desconocidos voluntarios, el Estado polaco todavía no ha encontrado una forma institucional efectiva de ayuda. Ayer mi amigo de un pequeño pueblo en el sur de Polonia, me comentó que estaba pintando un ático de una casa de un vecino, porque entre varios vecinos decidieron acoger a dos familias y estaban preparándoles una vivienda. Historias similares estamos viendo en la televisión, oímos gente ajena comentándolas en medios de transporte, en colas en los supermercados. Dan mucho ánimo y satisfacción, pero como todas las acciones espontaneas, no pueden durar mucho sin aportar medios nuevos. Falta dinero, falta gente y sitios para acomodar gente, los que siguen están agotados.
Una palabra que se oye más frecuentemente por aquí es “solidaridad”, es una palabra muy importante aquí en Polonia y el significado endémico de este término se refiere a los movimientos espontáneos del pueblo organizado acerca de una gran idea. Una palabra un poco gastada durante los últimos años al ser explotada en la política pura y dura, que ahora vuelve a sus orígenes.
Así si os encontráis con la posibilidad de aportar algo de vuestra parte, no dudéis.
Ucrania y los ucranianos se lo merecen.
Krzysztof Lewandowski
Director VASCO Polonia